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La lectura, más que una acción de decodificar

Desarrollar el gusto por la lectura es un reto que hay que plantearse. Las sociedades actuales exigen cada vez más ciudadanos pensantes.

Luz Yasmín Rodríguez Jáquez, M.A.
Santo Domingo

La lectura es una de las actividades más importantes y útiles que la persona desarrolla a lo largo de su existencia. Es una acción intelectual, exclusiva de los seres humanos. Generalmente, comienza a adquirirse muy lentamente desde temprana edad y se mantiene de por vida; es decir, que no se pierde con el tiempo; por el contrario, se desarrolla a medida que se frecuenta y ejercita la habilidad de leer.

En otras palabras, es un proceso mucho más complejo que la sencilla alfabetización o acción de decodificar, es más que ojear las palabras de un texto, ya que se establece un vínculo con este, que involucra al lector emocional e intelectualmente.

De igual modo, Felipe Garrido sustenta: “Para obtener una buena lectura es necesario sentir, seguir y comprender el texto y no las palabras de forma individual; sino combinando los párrafos, las frases, los capítulos en unidades de significado cada vez más extensas, hasta alcanzar la comprensión de una obra en su todo”.

Esto ocurre cuando se aprende a dar sentido a más mensajes y expresiones, a más noticias, sentimientos, emociones e ideas. O sea, a reconocer lo dicho en contextos diferentes y a comprender conocimientos y experiencias que ya se habían pensado, sentido y vivido.

En ese mismo tenor, Emilia Ferreiro (2005) manifiesta: “El lector debe ser crítico de los textos que lee, de manera que descubra el significado de la palabra escrita, es decir, la lectura es una actividad donde el individuo admite la asignación de hallar sentido y coherencia a lo que el autor manifiesta en su escrito, por lo tanto, este debe reaccionar al momento de leer, buscando sentido de lo que el escritor quiso expresar”.

Ciertamente, siempre se le ha visto como una actividad que permite identificar, decodificar y analizar lo que otra persona quiere dejar dicho, pero se debe tener en cuenta que no solo es un acto en que el ser humano decodifica signos gráficos; esta va más allá; aceptando la responsabilidad de buscar un sentido del texto y transformar los conocimientos previos por los conocimientos recientemente aprendidos.

Por otra parte, la lectura puede realizarse de muchas maneras y con diversos objetivos. No es igual la que se ejecuta por placer que aquella que se hace por obligación, con el fin de cumplir determinado propósito educativo o laboral. Como expresa Garrido: “Que alguno lea por deleite o por el placer de leer es la mayor evidencia de que verdaderamente es un buen lector, de que es un aficionado con la lectura”. En otros términos, quiere decir que ha descubierto que esta es una pieza importante de la vida, una fuente de experiencias, emociones y afectos; que puede consolar, dar energía e inspirar. También, significa que se ha expuesto el enorme poder de evocación que tiene tal acción.

Verdaderamente, se hace necesario hacer de dicha práctica un hábito permanente y convertir el acto de leer en un momento placentero, gratificante y compartido.

En conclusión, desarrollar el gusto por la lectura, así como incentivar a las personas hacia ella, es un reto que hay que plantearse. Las sociedades actuales exigen cada vez más ciudadanos pensantes.

 

Referencias

– Felipe Garrido, Como leer (mejor) en voz alta. (1997). Una guía para contagiar la afición a leer. Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura, México. pág. 10-13

– Emilia Ferreiro. Cultura Escrita Y Educación. (2000) Fondo De Cultura Económica. México.

 

 

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