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Vuelta a clases: El método definitivo para afrontar los gastos sin sobresaltos

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El inicio del curso escolar suele disparar los presupuestos de muchos hogares. Para que estos gastos no desequilibren nuestras cuentas, lo mejor es contar con un sólido fondo de ahorro que nos proporcione tranquilidad y seguridad.

Después de todo lo que hemos vivido durante este difícil año de pandemia, más que nunca nos hemos ganado el derecho a gozar de unas buenas vacaciones. Aunque en este periodo prefiramos disfrutar del momento sin tener que preocuparnos por llevar las cuentas de modo estricto, también es importante que seamos conscientes de los próximos gastos que se avecinan. Tras esta necesaria etapa de relax, nos aguarda la inevitable “vuelta al cole”, un momento en el que la compra de libros y material escolar, las matriculaciones en actividades extraescolares o las equipaciones deportivas de los hijos disparan los presupuestos de muchos hogares.

Para que todo ello no afecte en exceso a la economía familiar, la mejor opción es contar con un fondo que nos permita afrontar cualquier tipo de gasto imprevisto o emergencia que pueda surgir. Contar con un sólido “colchón financiero” es la solución ideal para disfrutar de una mayor tranquilidad y seguridad, ya que nos evita tener que endeudarnos a un interés elevado o recurrir a sacar dinero de nuestro plan de ahorro.

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Cuánto dinero hay que reunir para hacer frente a situaciones como los mencionados gastos de la “vuelta al cole” u otros desembolsos inesperados, como una avería de la caldera o el automóvil? Para responder a esto, debemos examinar cuál es nuestra situación financiera, qué gastos fijos tenemos, con qué capacidad de conseguir dinero sin endeudarnos contamos o cuántas personas tenemos a nuestro cargo. En general, la mayoría de libros de finanzas personales proponen un mínimo de tres meses de gastos como “colchón financiero”, a los que recomiendan sumar, por lo menos, otros seis meses.

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Ahorrar la cantidad necesaria para ello es mucho más sencillo de lo que parece. Fundación MAPFRE nos propone empezar a construir nuestro fondo de emergencia siguiendo dos únicos pasos. El primero consiste en calcular nuestros ingresos de los últimos meses y restarle los gastos, para saber cuánto podemos ahorrar de media cada mes. A continuación, podemos ordenar al banco que haga una transferencia automática con la cantidad que queremos apartar en la cuenta de ahorro. Gracias a este método de “preahorro” seremos más conscientes de qué dinero disponemos realmente para gastar.

Una vez contamos con un fondo para hacer frente a cualquier situación imprevista, es el momento de planear nuestro futuro a través del ahorro

Evidentemente, cuánto más ahorremos, antes llegaremos a nuestro objetivo. Así, si ahorramos un 5% del salario, necesitaremos unos 20 meses para reservar un mes de “colchón”. Aunque pueda parecer mucho, hay que recordar que la gestión financiera no es un sprint, sino una carrera de fondo. La constancia y la regularidad son los valores que nos permiten llegar a la meta. Para no tener la tentación de recurrir a este fondo para cuestiones innecesarias, lo mejor es guardar el dinero en un producto financiero separado de la cuenta nómina, que sea accesible, seguro y que no nos cueste dinero.

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Cómo convertirnos en “expertos” en ahorro

¿Qué podemos hacer cuando ya hemos conseguido disponer de un fondo de emergencias? Por supuesto, no es el momento de detenernos. Una vez hemos incorporado a nuestras rutinas el hábito del ahorro, podemos seguir reservando una cantidad similar de dinero para alcanzar nuevos objetivos, como terminar con nuestras deudas, o resolver el pago de la hipoteca o de las tarjetas de crédito. Otra excelente idea es comenzar a ahorrar para planificar nuestro futuro. Pensando a más largo plazo, podremos ahorrar para encarar nuestra jubilación o pagar la entrada de una nueva casa.

Si queremos convertirnos en unos verdaderos “expertos” en ahorro, debemos empezar a considerar nuevas posibilidades como gozar de las ventajas del interés compuesto una herramienta que marca la verdadera diferencia en nuestras finanzas. El interés compuesto consiste, básicamente, en reinvertir los beneficios que genera nuestra inversión. Para entender sus posibilidades, lo mejor es contraponerlo al interés simple. Si invertimos 1000 euros al 10% anual, conseguiremos un beneficio de 100 €. Pero si invertimos esos 100, el siguiente año obtendremos un beneficio de 110 €. De este modo, el dinero “trabajará” para nosotros, creciendo de forma exponencial año a año.

El interés compuesto consiste en reinvertir los beneficios que genera nuestra inversión

Sin embargo, el ahorro tiene ciertos límites, marcados por la inflación o el llamado “coste de oportunidad”, que, aplicado a nuestra economía personal, sería el dinero que dejamos de ganar cuando los ahorros están “parados” en una cuenta corriente o algún producto financiero que no ofrece rentabilidad. Así, si queremos seguir aumentando nuestras reservas, tenemos la opción de “poner a trabajar” el capital, buscando fórmulas de inversión adecuadas a nuestros objetivos, perfil de inversor y horizonte temporal. Pongamos un ejemplo sencillo: si ahorramos 150 € al mes y los invertimos en un producto que nos proporcione una rentabilidad sostenida del 2%, conseguiremos, en 25 años, 58.807 €; 13.807 € más que si solo nos hubiéramos dedicado a ahorrar.

La información es clave para decidir qué es lo que más nos conviene para afrontar el futuro con tranquilidad, evitando los sobresaltos. Los gastos que disparan nuestro presupuesto, como los que se producen todos los años con el inicio del curso escolar, ya no tienen que ser motivo de disgusto. Basta con que sepamos planificarnos. Si conseguimos mantener bajo control los gastos y sacar el máximo rendimiento de los ahorros, no solamente afrontaremos estas situaciones sin estrés, sino que además podremos permitirnos dedicar el dinero a aquello que realmente nos hace felices, como un viaje o la casa de nuestros sueños.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/

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