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La familia y la escuela frente a los nuevos escenarios de enseñanza

 

Dra. Jeanette Chaljub

 

La familia es el eje central de la sociedad. Esto nos dicen desde que estamos pequeños y nos definen por primera vez el concepto. Pero, ¿cuál es el rol de la familia? La formación en valores, el cuidado de la salud, el seguimiento en el componente social de sus hijos, el acompañamiento en los aprendizajes, entre otros. Es así, mientras sean menores de edad o se encuentren en niveles preuniversitarios.  La educación formal gira en torno al diseño curricular que, en nuestro caso está enfocado hacia el desarrollo de competencias. Este diseño curricular plantea las bases edu-formativas en el territorio nacional que, desde luego, se ven matizadas por cada región y las condiciones sociales, culturales y económicas de las familias. No obstante, en el proceso de enseñanza y aprendizaje de todos los niveles, los padres o adultos mayores que conviven con los niños y chicos juegan un papel fundamental para el desarrollo cognitivo. Si bien es cierto que la escuela está diseñada para llevar a cabo procesos formales de enseñanza, con espacios destinados para las actividades de aprendizaje, también es cierto que los padres han de mantener un seguimiento, monitoreo y acompañamiento en el logro de esos resultados esperados y colaborar para que los itinerarios de aprendizaje se lleven a cabo de manera satisfactoria.

Es una responsabilidad con una mirada de 360 grados que gira en torno al aprendiz. Las Asociaciones de Padres y Madres de la Escuela (APMAES) han de ser el organismo catalizador en el mecanismo de gestión de los centros educativos ya que han de apoyar la oferta académica y fortalecer las representaciones sociales de acuerdo a la valoración que tengan de la educación en la sociedad. En los momentos que estamos viviendo y aquellos por venir, nos toca crear alianzas sólidas para sacar adelante los procesos educativos y que los aprendizajes sean de calidad, accesible y con buenos estándares de excelencia,  en coherencia con el Objetivo N. 4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible: garantizar una educación de inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Entonces, para una educación integral y holística, es necesario la intervención de los padres o adultos en el desarrollo de conocimientos. No menos necesario es la formación docente robusta y con adecuadas estrategias metodológicas. El equipo de gestión también debe formarse en procesos educativos de calidad. ¡Nos falta un camino por recorrer, pero podemos lograrlo!

El mundo cambió en un abrir y cerrar de ojos por un evento que nadie se esperaba y nos tomó desprevenidos. Así mismo han de cambiar antiguos esquemas y paradigmas en nuestro modo de vida. Con ello, se ven salpicados los actores del proceso de enseñanza. La escuela del siglo XXI como tal es el organismo gestor de la democratización de la enseñanza. Es el encargado de velar el cumplimiento del Plan de Currículo, que como afirmaba un apreciado maestro, el salario cultural mínimo. La escuela, además, da seguimiento los parámetros académicos establecidos, pero al mismo tiempo tiene la responsabilidad de crear el ambiente propicio para el acceso a los contenidos curriculares y responde a un encargo social. En ella se conforma la comunidad educativa que, en conjunto, trabaje en las secuencias en los aprendizajes que no solo se trata de transmitir unos conocimientos predeterminados, sino que se puede enseñar a aprender y adaptarse a los cambios constantes y situaciones que emergen en el contexto del estudiante (Delval, 2012). Es ahí donde los padres y adultos, en su rol de co-educadores, forman las representaciones sociales valiosas sobre las cuales está enclavada la escuela y que van  enlazadas con la ubicación en la estructura social y, en particular, según sus recursos económicos y culturales. Existen múltiples tipos de entornos familiares y, en cada caso, estos modelos de vida inciden directamente en las conductas y estilos de aprendizaje de los estudiantes. A esto se suma la emergencia sanitaria y con ella surgen nuevas formas de enseñanza y colaboración. La escuela, como la conocíamos, ya no es efectiva. Hay que modificarla a los nuevos requerimientos. Urge la creación y fortalecimiento de trabajo mancomunado entre el equipo de gestión, el profesorado y las familias para crear lazos entre la sociedad – familia –escuela, lo que sería una fórmula ideal para formar íntegramente a los futuros ciudadanos.

Ha emergido el fenómeno conocido como “efecto padres” al que alude Pais (2020). Tenemos fresco en nuestra memoria cómo las escuelas se vieron forzadas a cerrar abruptamente sus puertas casi al término del año escolar 2019-2020 y, de repente, los padres se encontraron involucrados en los procesos de aprendizajes de sus hijos a través de la Educación a Distancia y clases remotas. De solo revisar tareas, se encontraron con la caótica situación de imbuirse en los quehaceres didácticos, ya sea estableciendo un régimen de supervisión, armando un espacio de estudio o siguiendo instrucciones de los docentes. Los encuentros sincrónicos o videostreaming se convirtieron en la norma. En este punto, se desveló aún más la brecha social en los diversos estratos de nuestro país. Como consecuencia, surge la preocupación de la calidad de los aprendizajes cuyo proceso rutinario se vio forzosamente truncado, arrastrando consigo las deficiencias que de por sí caracteriza nuestro sistema educativo. Vivimos en tiempos de coronavirus y los más jóvenes podrán experimentar la época del postcoronavirus, con sus nuevas formas de vida, cultura, etc. Esto nos lleva a pensar que estamos frente a una nueva generación de aprendices, la generación COVID-19. Al mismo tiempo, las TIC y recursos audiovisuales se han convertido en el medio por excelencia para el desarrollo de las clases y ha impactado en las metodologías de enseñanza. Sin embargo, cabe destacar que subir documentos en línea y transferir lo que se hace en un entorno presencial, NO es virtualidad. Además, se debe tener en cuenta el contexto de cada región y zona del país. Los modelos educativos que usemos deben ser pensados atendiendo a la diversidad y tomando en cuenta factores de salud, bioseguridad, acceso, insfraestructura y economía de cada sector para un retorno presencial y semipresencial escalonado, con uso de medios y herramientas que faciliten los aprendizajes para todos. Cobra auge las clases por radio y televisión en aquellos lugares con escaso ancho de banda y poco acceso a internet, pero con estructura didácticas bien diseñadas para potenciar los aprendizajes y optimizar los procesos.,

Dicho lo anterior, estos nuevos escenarios de enseñanza conllevan narrativas emergentes, nuevas formas de comunicación, los estilos de aprendizaje son susceptibles de modificarse con la exposición a diversas circunstancias en la vida de los educandos. Por lo tanto, los padres y adultos que conviven con ellos deben aprender los enfoques emergentes en su rol de co-educadores. Entender qué se hace en la escuela, proponer mejoras, crear grupos de formación. El binomio familia – escuela siempre ha sido parte integral en la formación de los niños y jóvenes. Una familia sana y encaminada con los mismos principios de la escuela podría garantizar un buen resultado en los aprendizajes esperados. Es un cambio de cultura en los hábitos de vida, en el sistema de salud, en la economía y los padres y la familia juegan un rol esencial para lograr que nuestro país sea resiliente a esta pandemia, logrando los objetivos de una educación de calidad con desarrollo de pensamiento crítico, divergente y creativo para hacer frente a las situaciones de la vida.

En estos momentos, estamos en una fase de supervivencia, en la que el factor sorpresa y la búsqueda de respuestas inmediatas es lo que predomina. Sobre todo, en temas de la pandemia. Hay desasosiego, incertidumbre. Sin embargo, llegará un momento de pseudonormalidad y la integración a la escuela como medio formal de los aprendizajes se podrá implementar de forma sostenida y escalonada, manteniendo todas las normas y etiquetas de bioseguridad. Para esto se necesita el involucramiento de los padres y adultos pues son ellos quienes podrán ir guiando los procesos y mantener las condiciones acordadas y sugeridas desde los hogares. Conscientes estamos que los padres deben salir a trabajar para el sustento de las familias. Las dinámicas familiares son variopintas y así debe ser repensado el currículo, desde la perspectiva de las metodologías y recursos a utilizar. Con las APMAES como aliadas estratégicas y los líderes comunitarios, cada región, cuidad y sector representados en ellos, junto a la escuela, el equipo de gestión y sus docentes, se fortalecen los lazos de unión para la mejora de los aprendizajes.

 

 

 

Referencias

Delval, J. (2012). La escuela para el siglo XXI. Sinéctica. 40. http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-109X2013000100004

Pais, A. (2020). Cuarentena por coronavirus: qué es el “efecto padres” en la educación  y cómo podría marcar  la generación del COVID-19. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-52636384

Rogero-García, J. & Andrés-Candelas, M. (2016). Representaciones sociales de los padres y madres sobre la educación pública y privada en España. Revista de la Asociación de Sociología de la Educación. 9(1), pp. 46-58.

https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/677365/RepresentacionesSociales_Rogero_RASE_2016.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

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