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Rescatistas de animales: héroes anónimos

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Nathalia Romero

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Santo Domingo

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En el sector Villa Olga, en La Vega, residentes denunciaron que una perra callejera apodada “Chocolate” había mordido a 22 personas. El pánico se apoderó de todos los residentes e inmediatamente causó revuelo en las redes sociales. Hasta en noticieros salió, mostrándola como un “monstruo” de cuatro patas que posiblemente tendría rabia. En las transmisiones en televisión lugareños amenazaban con sacrificarla y hasta lincharla. Expresaban que habían visitado a las autoridades de Salud Pública para presentar la problemática, sin embargo, no recibieron respuesta.

Ahí es donde Darío Andújar, rescatista de animales independiente, hizo las gestiones para ir a buscarla. Cuando llegó al lugar pensó que se encontraría con un animal violento e incontrolable. Vaya sorpresa. Solo vio una perra mansa, vulnerable e indefensa que solo necesitaba un hogar. De no haber ido a rescatarla, Chocolate hubiese terminado como muchos otros animales que no salen en la televisión: envenenada.

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Luego de su rescate, Darío y entidades que se dedican a la noble labor de rescatar animales costearon sus gastos en el veterinario. Dos semanas después le cambiaron el nombre de “Chocolate” a “Nina”, y ahora vive feliz con Darío y su familia. Tal y como todos los seres como ella lo merecen.

Darío preside la fundación Albergue S.O.S, entidad que ya tiene un año rescatando gatos y perros callejeros de todo el país. En la misma están involucrados todos sus familiares. “Mis padres, hermanos, y sobrinos colaboran en ella”.

Dice que siempre ha sido un abanderado de las causas nobles. “La fundación solo tiene un año pero desde hace años he hecho rescates de animales y  jornadas de esterilización, recoger la basura de la calle, y sembrar árboles”.

Así como él, Tatiana Morán es una entregada rescatista de animales. Tiene 48 años y más de la mitad de su edad la ha dedicado al bienestar de los más indefensos. “Desde niña empecé a rescatar gatitos, y hasta el sol de hoy no he parado”.

Morán trabaja como auxiliar en una institución del Estado pero lo que gana no le da para sustentar lo que hace. Tiene que pedirle dinero a sus amigos, familiares y allegados. Tampoco tiene un refugio por la falta de recursos pero en su casa tiene cinco perros y cinco gatos que debe mantener.

El rescate de animales no es un oficio rentable y con ello concuerda Andújar. “Para hacer un rescate debes contar con un mínimo de 3,000 pesos”.

Andújar, al igual que Morán, no tiene un refugio pero todos sus rescates tienen hogares temporales en diferentes casas, o “fosters” como se le dice en el mundo de los rescatistas. Gente que con casas grandes presta sus espacios por un monto de dinero para que los animales estén ahí mientras se recuperan y encuentran una familia que los adopte.

Asimismo, María Fernanda Camilo, miembro fundadora de Activistas y Protectores de Animales (APAC), narra las satisfacciones y los retos que significan para ella desempeñarse como rescatista. APAC es el grupo que rescata más animales en el Cibao. “Es un reto muy grande ser rescatista porque nos mandan muchos casos y es muy difícil porque no podemos salvarlos a todos”. Confiesa que todos los días le escriben para todo tipo de casos desde personas que ya no quieren a sus animales porque son viejos hasta animales totalmente podridos.

En los cuatro años que tiene la entidad han rescatado más de mil perros y gatos. Anualmente rescatan cientos. Y solo en el primer mes de este año han rescatado más de cinco.

Camilo se gana la vida como transportista de niños y taxista de Uber. “APAC solo somos dos personas y solamente es posible por las donaciones de nuestros seguidores en las redes sociales”.

Al igual que Morán y Andújar, APAC no tiene un refugio con las mejores condiciones. Tienen uno improvisado donde albergan más de 40 perros y 11 gatos.

Para Camilo todo lo anterior es un reto, pero el más grande es el poco apoyo que reciben del Gobierno y sus instituciones. “Tenemos la ley 248-12 de maltrato animal, pero muchas de las autoridades no saben que existe. Hasta para poner una denuncia de maltrato o tenencia irresponsable se nos hace difícil porque nadie quiere tomar la denuncia”.

Ser rescatista es sinónimo de sacrificio. Se necesita valentía, coraje, vocación, entrega, pero sobre todo mucho amor por los animales. Estas personas pueden vivir en el anonimato pero su labor desinteresada por quienes no tienen voz les da un lugar entre los grandes.

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