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La clave para ayudar a tus hijos a que tengan éxito en el aprendizaje online

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En clave de autoconfianza

Aunque suene a estrategia poco pedagógica, lo cierto es que ayudar a los hijos a decirse a ellos mismos siempre la verdad, a ser auténticos con lo que sienten y con lo que piensan, lo cierto es que los acerca de un modo increíble al éxito. Por un lado porque fortalece aspectos como la valentía, el coraje, el entusiasmo, la claridad mental, la constancia y la empatía.

Aprender a ser honestos consigo mismos tiene otras consecuencias interesantes. Por ejemplo, reconocer y poner un nombre a los estados internos. De hecho, así como es importante hacer una pausa cada veinte minutos para moverse y realizar unos estiramientos con el cuerpo, o ir a conversar con alguien, también lo es para tomarle el pulso a los estados internos. Preguntarse «¿Cómo estoy?», «¿Cómo me siento?». Y después, tomarse unos minutos para comprobar cómo es ese estado interior. Este proceso, llamado intracerebral, es fundamental para mantener la atención, el interés en los aprendizajes y la curiosidad. Aumenta la conciencia de sí mismo y, a medida que se entrenan en estas pausas, también les ayuda a reconocer nuevas habilidades y a desafíos.

Recuerdo que del libro«Neuroeducación para padres» a muchos les llamó la atención que hubiera decenas de investigaciones que demostraban que, cuando los niños desconocen o reprimen sus sentimientos durante los aprendizajes (lo que se conoce como «supresión emocional», la memoria disminuye, y el aprendizaje sufre grandes baches.  En especial cuando dicen estar bien y no es verdad. Al haber un mayor autocontrol, pierden la fuerza de voluntad que necesitan para concentrarse. Así que cuando los niños confiesen sentirse mal, primero tómalos en serio, luego conversa y permítele que haga algo que le guste durante unos minutos. Después, prueba estas estrategias:

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1. Intenta que pueda centrarse en sus puntos fuertes, de modo que dibuje una «estrella de fortalezas»; de cinco puntas, y sólo unas dos o tres «nubes de debilidad».

2. Usa siempre un lenguaje específico que fomente la «mentalidad de crecimiento». Por ejemplo: «estoy segura que podrás con ello, en muchas ocasiones lo lograste con tus habilidades. No importa el tiempo que te lleve».

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3. En lugar de felicitarlo cuando hace las cosas bien, o premiarlo con algo material (evita esto último siempre que puedas, ya que altera sus logros), ayúdale a que descubra fortalezas hasta ahora desconocidas para él.

4. Fomenta la autoconciencia para una buena autodefensa frente a los aprendizajes online que más le cuestan. Esto implica ayudarle a detectar que otras fortalezas que aún no conoce necesita desarrollar para tener éxito. Puedes valorar alguna de las siguientes:

a. Proactividad: se refiere a que pueda creer que es capaz de tomar decisiones y actuar sobre ellas, y responsabilizarse de sus acciones.

b. Perseverancia: hacer de las dificultades oportunidades y desafíos, y no darse por vencido cuando las tareas se compliquen.

c. Establecer metas: para ello ha de aprender ser realista, a priorizar, a convencerse de que cuenta con fortalezas para lograrlas.

d. Sistemas de apoyo: esta estrategia no se enseña habitualmente en los colegios, pero a los preadolescentes y adolescentes les funciona identificar a las personas que pueden brindarle apoyo en las áreas que aún no dominan con fluidez. Tener un sistema de apoyo es fundamental para mantener intacta la mentalidad de crecimiento: «Lograré lo que me propongo».

Siempre una cosa por vez

Así como se dice a los estudiantes que se ha de hacer una cosa a la vez, un aspecto sobre el que hay que reflexionar es que si se quiere que haya buena conexión emocional. No es posible monitorear permanentemente el estudio de los hijos y, al mismo tiempo, trabajar desde el hogar con una productividad similar a la que se tiene en el lugar de trabajo. Ambas cosas no pueden ir juntas. Es fundamental que cada integrante de la familia tenga su espacio para equivocarse y tomarse el tiempo necesario para empezar de nuevo. De hecho, reconocer que todos están haciendo un gran esfuerzo para para cumplir con las expectativas de otras personas a veces tiene un efecto de «complicidad tranquilizadora» en la familia.

En especial porque para los hijos, la escuela en casa no sólo presenta nuevos desafíos como tener que estar expuestos frente a una pantalla durante horas, sino lo que muchas veces resulta inquietante para ellos es la sobre-exposición a la mirada de los compañeros. Sus compañeros (en clase se ven espaldas y nucas habitualmente, o en colegios más innovadores con sillas móviles, pueden elegir qué espacio ocupar y cómo, incluida la actitud). Y a menudo no toleran la mirada «de otros», lo que a veces les produce verdaderas crisis de ansiedad en las asignaturas online donde el docente no logra un lugar de líder en el grupo de alumnos. Y todo ello acompañado en ocasiones por un aumento del control parental, con efecto emocionales, lo que en conjunto disminuye el entusiasmo por aprender.

¿Cómo? Pues aumentando el distrés, que a diferencia del eustrés (el estrés positivo, que permite una buena la relación con las impresiones del mundo externo y del interior, y no produce un desequilibrio orgánico, el cuerpo es capaz de enfrentarse a las situaciones e incluso obtiene sensaciones placenteras con ello), se trata de un estrés desagradable, porque ocasiona un exceso de esfuerzo. Si se mantiene en el tiempo, puede in acompañado de un desorden fisiológico, hiperactividad, contracturas, distracciones y somatizaciones.

Cuando el distrés toma la delantera, los hijos no pueden echar mano a las habilidades de pensamiento y razonamiento como cuando aprenden con «cerebros equilibrados». ¿Qué pueden hacer?

 

Fuente: abc.es

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