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Excavación en Israel descubre antigua ciudadela griega

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A la sombra de las murallas de Jerusalén, un equipo de arqueólogos ha encontrado una fortaleza que desató una rebelión sangrienta hace más de dos milenios.

Arqueólogos israelíes han desenterrado los restos de una impresionante fortaleza de más de dos mil años, construida por los griegos en el centro de la zona conocida como Ciudad Vieja de Jerusalén. Esas ruinas son la primera prueba tangible de un periodo en que la cultura helenística dominó esta antigua ciudad.

La ciudadela, conocida hasta ahora solo en textos, fue el centro de una rebelión sangrienta que condujo a la eventual expulsión de los griegos, un acontecimiento que los judíos aún celebran en Hanukkah. No obstante, como la excavación se lleva a cabo a la sombra del Monte del Templo (que los musulmanes llaman Haram esh-Sharif), la controversia no se ha hecho esperar en estas tierras políticamente cargadas.

“Ahora tenemos evidencias masivas de que esto es parte de la fortaleza llamada Acra”, dijo Doron Ben-Ami, arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, y director de la excavación.

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Situado bajo lo que solía ser un estacionamiento entre el Monte del Templo, al norte y la población palestina de Silwan, al sur, el sitio es ahora un agujero rectangular enorme que se hunde más de tres pisos por debajo de la calle. Durante una visita reciente, los obreros retiraban la tierra mientras el entusiasmado Ben-Ami saltaba de roca en roca, señalando los nuevos hallazgos

Alejandro Magno conquistó Judea en el siglo IV a.C., y sus sucesores se disputaron los despojos. Jerusalén, la capital de Judea, se alió con el rey seléucida Antíoco III para expulsar a una guarnición egipcia, y el agradecido Antíoco otorgó la autonomía religiosa a los judíos. Durante siglo y medio, la cultura y la lengua griega florecieron en Jerusalén; sin embargo, los arqueólogos han encontrado pocos artefactos o edificios de aquel importante periodo que dio forma a la cultura judía.

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Los conflictos entre judíos tradicionales y los que absorbieron influencias helenistas produjeron tensiones, y los judíos rebeldes tomaron las armas en 167 a.C. La revuelta fue sofocada, y Antíoco IV Epífanes saqueó la ciudad, prohibió los ritos judíos tradicionales, e instaló a los dioses griegos en el templo.

Según el autor judío de “1 Macabeos”, libro escrito poco después de la revuelta, los seléucidas construyeron un fuerte colosal en “la Ciudad de David, con una muralla grande y con torres fuertes”, llamada Acra –vocablo griego que designa un lugar elevado y fortificado-, y que se convirtió en una herida en el flanco de todos los judíos que resentían el dominio griego.

En 164 a.C., los judíos rebeldes, al mando de Judas Macabeo, tomaron Jerusalén y liberaron el templo, acontecimiento que se conmemora con la festividad de Hanukkah. No obstante, los rebeldes no lograron conquistar Acra. Durante más de dos décadas, los rebeldes hicieron intentos infructuosos de invadir la fortaleza. Por fin, en 141 a.C., Simón Macabeo capturó el bastión y expulsó a los griegos que aún quedaban.

¿Sobrepasaba al templo?

Lo ocurrido después ha confundido y dividido a los eruditos durante más de un siglo. Según el historiador Flavio Josefo, judío que sirvió a Roma durante el siglo I d.C., Simón Macabeo pasó tres años derribando el Acra, asegurándose de que no siguiera sobrepasando al templo.

El templo yacía al norte de la Ciudad de David, en un terreno que se elevaba más de 30 metros por arriba de los límites de la antigua Jerusalén, de modo que la historia de Josefo explicaba este acertijo geográfico. Sin embargo, el autor de “1 Macabeos” insistió en que Simón, de hecho, robusteció la fortificación e incluso la tomó como su residencia.

Esta discrepancia dio origen a muchas teorías durante el siglo pasado, pero no había evidencias arqueológicas.

Cuando una organización israelí llamada Fundación Ir David anunció el proyecto de construir un museo sobre el estacionamiento, Ben-Ami comenzó una excavación de rescate en 2007

El equipo excavó a través de capas sucesivas: a partir de un antiguo mercado islámico, pasaron por un huerto bizantino y un tesoro de 264 monedas del siglo VII d.C.; continuaron bajo una compleja villa romana; y luego atravesaron un sitio de baño ritual judío que databa del siglo I d.C. Cuando se encontraron bajo unos edificios, donde la alfarería y las monedas confirmaron que databan de los primeros siglos a.C., los arqueólogos hallaron capas de lo que parecían escombros aleatorios.

Pero los escombros resultaron ser rocas cuidadosamente colocadas para formar un glacis, una pendiente defensiva que se proyectaba de una muralla enorme. “Las piedras estaban dispuestas en capas, con un ángulo de 15 grados en el fondo, y de 30 grados en la parte superior –informó Ben-Ami, indicando unas tarjetas de diversos colores colocadas en cada capa-. No se trata de un edificio que colapsó; fueron puestas allí a propósito”.

El equipo también encontró monedas que abarcan desde la época de Antíoco IV hasta el periodo de Antíoco VII, quien era el monarca seléucida cuando Acra fue tomada. “También tenemos puntas de flecha, hondas, y piedras balísticas, todas griegas –añadió-. Y un ánfora de vino importado”. Como los judíos dogmáticos solo bebían vino local, eso apunta a la presencia de extranjeros o de individuos que no observaban el estilo de vida judío.

Ben-Ami no halló indicios de que, repentinamente, hubieran desmantelado la fortaleza, o de que toda la colina hubiera sido nivelada, como afirmó Josefo. Por el contrario, el siguiente reino judío, bajo la dinastía hasmonea, cortó el glacis cuando construyó en años posteriores. Y los gobernantes hasmoneos y romanos usaron las piedras cortadas para otras estructuras, erosionando gradualmente la ciudadela griega.

Sitio de conflicto

El descubrimiento pone fin a las teorías que ubicaban el Acra al norte del templo, inmediatamente contiguo, o en el terreno elevado al oeste, cubierto hoy por la ciudad amurallada moderna. Nadie está más contento con el hallazgo que Bezalel Bar-Kochva, historiador emérito de la Universidad de Tel Aviv, quien en 1980 escribió un artículo donde sugería que la fortificación podría encontrarse, justamente, donde excavó Ben-Ami, a un centenar de metros al sur del Monte del Templo, en el corazón de la antigua Ciudad de David.

“En la época de Josefo –dijo-, Jerusalén se había extendido al oeste y el norte, y la Ciudad de David era un punto bajo”. Bar-Kochva cree que el autor judío copió un relato absurdo de un historiador griego, acerca de un esfuerzo de Simón de arrasar el Acra para compensar esta situación.

Oren Tal, arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv no asociado con la excavación, dijo que el descubrimiento de Ben-Ami es “el mejor candidato posible” para el Acra. “El hallazgo es fascinante –agregó el arqueólogo israelí Yonathan Mizrachi-. Sugiere que Jerusalén fue una ciudad helenista durante mucho más tiempo, donde los extranjeros fueron dominantes, y construyeron más de lo que pensábamos”.

Mizrachi, quien dirige un consorcio de eruditos llamado Emek Shaveh, se opone al desarrollo del museo porque dañaría las ruinas. En junio pasado, una junta de planificación israelí ordenó a la Fundación Ir David que redujera las dimensiones del complejo. Mizrachi también objeta que los residentes del área, eminentemente palestinos, no hayan sido consultados ni participen en una excavación que, casi literalmente, se lleva a cabo ante sus puertas. Y señaló que Ir David apoya los asentamientos judíos en los territorios ocupados, incluido el barrio Silwan.

Entre tanto, los palestinos de Silwan informaron que las obras han abierto grietas peligrosas en las paredes y los cimientos de las casas colindantes, amenazando la seguridad de todos.

Así mismo, los residentes tienen la inquietud de que la excavación, no obstante lo esclarecedora que pueda ser para los estudiosos, conducirá al desmantelamiento de su barrio. “Esta excavación no está buscando historia –acusó Jawad Siam, director del Centro Comunitario Madaa, en Silwan-. Está diseñada como un proyecto de asentamiento”.

Funcionarios de Ir David no respondieron peticiones de comentarios. “Cuando Jerusalén llama, no puedes negarte –dijo Ben-Ami-. Mi experiencia es la arqueología, no la política”.

Fuente: ngenespanol

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