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La creatividad se puede aprender y fomentar desde el aula

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Desarrollar la creatividad en el aula atendiendo la diversidad y favoreciendo climas emocionales positivos es posible con las estrategias adecuadas. Para lograrlo, Jesús Guillén, docente y experto en neuroeducación, impartirá la sesión formativa online, ‘Cerebros creativos en la educación’, el 28 de noviembre en el marco del Concurso Escolar del Grupo Social ONCE.

Fomentar las emociones positivas, desarrollar la creatividad y aplicar la neuroeducación en el aula influyen directamente en la mejora del proceso de aprendizaje y en el bienestar de los estudiantes. El Grupo Social ONCE se une a este objetivo con la puesta en marcha de su 36 Concurso Escolar. Bajo el lema ‘Once upon a time, La mirada de tod@s’, su objetivo es abordar la inclusión desde una mirada holística centrada en las capacidades de todas las personas y su desarrollo integral.

Para ello, y por cuarto año consecutivo, el Concurso Escolar ofrece recursos educativos como webinars formativos online interactivos a cargo de expertos en educación inclusiva y creatividad. Jesús Guillén, docente, investigador y experto en neuroeducación, protagonizará el segundo de estos webinars el 28 de noviembre con la sesión ‘Cerebros creativos en la educación: ¡todos podemos mejorar!’.

En esta entrevista, el autor de Escuela con cerebro, blog pionero en España sobre neuroeducación, ofrece las claves para favorecer la innovación en el aula teniendo en cuanta la inclusión y la igualdad de todo el alumnado.

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Pregunta: La imaginación de la que nace la creatividad necesita de una educación que la fomente, ¿cómo confluyen creatividad y educación en el aula?

Respuesta: La creatividad es una capacidad que nos caracteriza a los seres humanos, que podemos enseñar y mejorar, y que debe constituir una competencia esencial para el aprendizaje. Más si cabe en los tiempos actuales de la inteligencia artificial. Es necesario asumir que todos podemos ser creativos y que la creatividad se manifiesta en cualquier faceta de la vida, aunque pueda adoptar formas diferentes.

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Hay muchas estrategias para favorecer la creatividad en el aula, integrándola en las tareas diarias o suministrando oportunidades que faciliten la elección propia, la imaginación y la exploración. Pero también es básico establecer entornos de aprendizaje creativos vinculados a situaciones cotidianas y cuidar los aspectos emocionales porque condicionan la aparición de ideas creativas. Sin olvidar nuestro ejemplo como educadores. Los primeros que tenemos que intentar ser creativos somos los propios docentes.

P: Uno de los puntos claves de tu discurso es la necesidad de trabajar todas las potencialidades del alumnado, ¿con qué herramientas contamos para sacar lo mejor de cada alumna/o?

R: Todos somos diferentes. Cada estudiante tiene sus capacidades, fortalezas, intereses, motivaciones y conocimientos previos que hemos de conocer para atender de forma adecuada la diversidad en el aula. No existen soluciones milagrosas, ni únicas porque cada contexto es diferente, pero lo que queremos es que puedan aprender juntas personas diferentes, tal como pasa en la vida real.

Hay estudios que demuestran la importancia en el proceso de generar climas emocionales positivos que suministren retos adecuados a las necesidades individuales.

P: La sesión formativa del 36 Concurso ONCE que impartirás el próximo 28 de noviembre lleva por título ‘Cerebros creativos en la educación’. ¿Son la pedagogía y la creatividad elementos que van de la mano?

R: Por supuesto. La creatividad puede fomentarse en cualquier materia, etapa educativa o estudiante, y su mejora requiere práctica. Plantear cuestiones y problemas que tengan más de una solución correcta, pedir asociaciones entre ideas y reflexionar sobre sus implicaciones, hacer comparaciones y similitudes o encontrar usos alternativos a objetos o situaciones, no se restringe a ninguna disciplina concreta. Cuando descomponemos algo en sus elementos y recombinamos estos de forma sorprendente para alcanzar algún objetivo, estamos siendo creativos. Así, por ejemplo, elementos familiares como palabras, notas musicales, colores, partes, productos o emociones pueden recombinarse para formar creativos poemas, canciones, cuadros, inventos, planes de negocio o realizaciones personales. Y en la sesión del 28 de noviembre pondremos distintos ejemplos sobre ello que pueden ayudarnos a aprender con todo nuestro potencial.

P: ¿Qué papel juegan las emociones, la creatividad y la neuroeducación en el aprendizaje?

R: Las emociones son básicas en el proceso de aprendizaje. En especial, hay dos que van a resultar clave, la sorpresa y la alegría, dado que estimulan la atención, la motivación o las sensaciones de recompensa. Y el vínculo con la creatividad es directo porque sabemos que las emociones positivas abren el foco de nuestra atención y ello posibilita una mayor exploración del entorno, respuestas menos habituales y reflexiones novedosas, cosa que no ocurre en situaciones con ansiedad. En las investigaciones en neurociencia se han identificado las regiones cerebrales y las redes neurales concretas (red neural por defecto, red de control ejecutivo y redes atencionales) que participan en la generación de pensamientos creativos.

P: Propones la neuroeducación como metodología para transformar el aula. ¿Qué es y qué aspectos quiere atravesar?

R: Neuroeducación es más que eso, es un aprendizaje desde, en y para la vida. Y ello conlleva un proceso de transformación a nivel personal que posibilite educarnos para poder educar.

Los seres humanos somos sociales y el aprendizaje por imitación es básico desde el nacimiento. Todo ello está impregnado del componente emocional. No es casualidad que entre los factores que inciden más en el aprendizaje del alumnado estén las expectativas del propio estudiante sobre su capacidad y también las del docente sobre el desempeño de su alumnado. Junto a ello, se ha comprobado que una buena cooperación entre el profesorado es fundamental para optimizar el aprendizaje y atender mejor las necesidades particulares. Pero ello requiere una buena educación emocional (se necesita tiempo y, en el aula, siempre parte de la formación del profesorado, sin olvidar a las familias). Y cuando se trabajan bien estas competencias socioemocionales, los docentes comparten la docencia y entran con naturalidad en aulas de otros compañeros, cooperan en proyectos multidisciplinares, como los proyectos Aprendizaje-Servicio, en los que también pueden participar estudiantes de distintas etapas educativas, las entidades sociales o las propias familias, o reorganizan los espacios de aprendizaje para mejorar su utilidad. La mejora educativa requiere la participación de toda la comunidad. Sin olvidar la importancia del proceso de evaluación. Si algo no funciona, hay que ser flexibles y cambiarlo. Aquí también juega un papel importante la cooperación del profesorado analizando las situaciones desde diferentes perspectivas. Asumimos, por supuesto, que todo gran proceso de transformación requiere su tiempo.

P: ¿Cómo puede aplicarse en los centros educativos? ¿Qué novedades aporta?

R: Tal como comentamos anteriormente, en los centros escolares el enfoque tendría que ser global. Lo cual conlleva analizar y replantearse qué se enseña, cómo se enseña y cómo se evalúa. Y ligado a esto, entendemos que resulta imprescindible generar climas emocionales positivos que sabemos que facilitan el aprendizaje, junto a la creación de espacios que puedan ayudar a la mejora educativa. Porque sabemos que la disposición del mobiliario, la iluminación, la temperatura, la decoración…, también inciden en el aprendizaje.

En lo referente a las cuestiones emocionales que son tan importantes, entendemos que es necesario poner en práctica buenos programas de educación emocional que hagan un especial énfasis en las funciones ejecutivas del cerebro. Sabemos que estas funciones relacionadas con la gestión de las emociones, la atención y la memoria son básicas para el buen desempeño escolar y cotidiano. Y para un buen funcionamiento ejecutivo del cerebro es importante ir más allá de lo cognitivo y atender las necesidades emocionales, sociales o físicas de todos los estudiantes. Y ahí entran, por ejemplo, el arte, el deporte, el juego o los buenos programas de educación emocional que nos permiten trabajar competencias básicas en los tiempos actuales.

P: Si algún/a docente quisiera introducir conceptos de neuroeducación en sus procesos de enseñanza y llevarlos a la práctica de aula, ¿por dónde empezaría?

R: Desde la infancia temprana, los ritmos madurativos del cerebro son los que deberían marcar los ritmos educativos y el aprendizaje de los conceptos, habilidades o actitudes. Ahí entramos los adultos, tanto en la escuela como en la familia. Por ello es básico crear buenas redes cooperativas entre las distintas instituciones.

En el caso de que algún docente quiera poner en práctica la neuroeducación de verdad (ojo porque existen muchos neuromitos identificados en la educación), tiene que consultar fuentes fiables o formarse de forma adecuada. Y es bueno concretar entre tanta información disponible de las investigaciones que provienen de la neurociencia y las ciencias cognitivas. Por ejemplo, el gran neurocientífico Stanislas Dehaene ha identificado cuatro pilares del aprendizaje que nos permiten mejorar de verdad la educación y que el docente puede trabajar en el aula para optimizarlos. Son la atención (especialmente la ejecutiva, que está vinculada a la concentración), el compromiso activo o curiosidad (ligada a la motivación y que incita al cerebro a evaluar nuevas hipótesis), el buen feedback (se asume el error y nos alejamos del castigo) y la consolidación de los aprendizajes (el sueño es básico en el proceso). En lo referente a lo último, sabemos que las buenas preguntas (que suelen ser abiertas) fomentan un pensamiento crítico, más profundo, reflexivo y creativo.

P: Llevas ya tres ediciones colaborando con el Concurso Escolar ONCE en la impartición desesiones formativas webinar. ¿Qué crees que aportan este tipo de programas de sensibilización a docentes y alumnado?

R: Los concursos como el de ONCE constituyen una necesidad educativa porque nos permiten ponernos en contacto todos los integrantes de la comunidad analizando qué es lo que funciona y por qué funciona (aquí es donde entra la ciencia). Porque todos queremos mejorar la educación, para así mejorar la sociedad.

Por mi parte, estoy muy agradecido de poder participar en este tipo de iniciativas vinculadas a la escuela de verdad, que es la inclusiva, en donde aprendemos todos juntos optimizando nuestras fortalezas y asumiendo nuestras diferencias. Y es que, efectivamente, lo más importante en la educación son las personas.

Fuente: educaciontrespuntocero.com

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