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Siete consejos para que tus hijos sigan leyendo durante sus vacaciones

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Las vacaciones de verano son esa época en la que nos permitimos recuperar muchas aficiones que, ya sea por cansancio, obligaciones o por priorizar otras actividades, hemos ido dejando de lado durante el resto del año. Una máxima que se aplica tanto a los adultos como a los más pequeños de la casa y en la que podríamos englobar desde prolongadas siestas hasta excursiones, salidas al cine en sesiones tardías o, también, disfrutar de una buena lectura. Pero ya sea debido a la omnipresencia de tecnologías como los videojuegos como una forma de entretenimiento o a que el calor invita a llevar a cabo otro tipo de actividades, la lectura sigue siendo una asignatura pendiente en tiempos vacacionales para muchos jóvenes y niños. Un problema que parte de otro mayor como es la falta de hábito lector de buena parte de la población española, algo que queremos ayudaros a paliar con estos consejos para que vuestros hijos no abandonen el hábito de la lectura a lo largo de este verano.

 

Siete consejos para que tus hijos no dejen de leer durante estas vacaciones:

  1. Aunque parezca una perogrullada, uno de los mayores incentivos para que los niños y niñas lean es cundir con el ejemplo. Si vuestros hijos no os ven leer, difícilmente dejarán de ver la lectura como algo que solo se hace en la escuela con finalidades pedagógicas y, por lo tanto, como algo obligatorio. Tened libros a mano y en zonas de la casa que sean visibles para todos, convertidlos en objetos cotidianos para vuestros hijos, y ya habréis hecho la mitad del camino.
  2. Hablad y comentad con vuestros hijos sus lecturas para aseguraros de que, además de leer, han entendido el libro que tienen entre manos, aunque sea a su manera. La finalidad de esta iniciativa no es la de corregir a vuestros hijos sobre una supuesta buena o mala lectura, sino asegurarnos de que han razonado sobre lo leído. Además, esta práctica resaltará a sus ojos el interés que tengáis por sus lecturas o, lo que es lo mismo, por sus intereses, reforzando positivamente sus ganas de leer.
  3. Dejad que sean ellos y ellas quienes elijan sus lecturas, supervisando únicamente que sus elecciones sean adecuadas a su edad y capacidad de comprensión lectora. Una buena forma de conseguirlo es ir con ellos a librerías o bibliotecas e investigar juntos qué libro podrá resultarles interesante, o echar mano del boca oreja y de recomendaciones de otros niños. Pensad que nada mata más el hambre lectora de cualquiera que verse obligado a leer algo que no le interesa, especialmente durante sus vacaciones.
  4. En edades muy tempranas, leedles vosotros o contadles historias de viva voz. Leer juntos un cuento o una historia, teatralizando vuestras explicaciones o subrayándolas con los dibujos e ilustraciones de los libros en cuestión, hará que las primeras experiencias de lectura de vuestros hijos sean la semilla de una futura pasión por la lectura. Si los animáis con el disfrute de una buena historia, no tardarán en buscar más sin esperar a que seáis vosotros quienes se las lean.
  5. Elegid ediciones que les resulten atractivas para la lectura, pero también que sean manejables, de fácil portabilidad y que, en definitiva, pongan por encima el contenido al continente. Aunque para muchos pueda ser un espectáculo difícil de digerir, el que vuestros hijos manoseen, subrayen o arruguen el libro que tienen entre manos solo significa, y ahí es nada, que pasan tiempo con él, que destacan aquello que más les ha interesado y desean recordar y que lo tratan como un objeto de uso y disfrute, no de contemplación o reverencia.
  6. En la medida de lo posible, cread en vuestras casas las condiciones necesarias para que la lectura sea posible y, sobre todo, plácida para vuestros hijos. Espacios luminosos, poco o nada ruidosos y que no sean de paso, son los sitios perfectos para que la lectura se demore hasta perder la noción del tiempo. En este mismo sentido, os aconsejamos que compartáis con ellos estos espacios de lectura en los que la concentración, el silencio y la comodidad sean la norma.
  7. Y para terminar, un último recordatorio: sea verano o no, no olvidéis nunca que leer es un placerque puede requerir un esfuerzo mayor o menor dependiendo de la lectura que deseéis encarar, pero un placer al fin y al cabo. Considerarlo una obligación, o un acto de beneficios exclusivamente pedagógicos, no solo es una reducción de lo que puede aportar a la vida de las personas como fuente de historias, ideas, razonamientos, emociones, información o puro hedonismo, entre muchas otros, sino que, además, convierte la lectura en una losa bajo la que nadie, y mucho menos los más jóvenes, desea perder su tiempo.

Fuente: aulaplaneta.com

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