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Hijos por el mal camino: ¿qué hacer?

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Amor, comprensión, educación, apoyo… Tienes la seguridad de que durante el proceso de crianza de tu hijo le brindaste todo lo posible para convertirlo en un ser de bien. Pero al final, el resultado no fue el que esperabas.

Ante estas circunstancias, ocurre con frecuencia que te asalte la duda de si fracasaste en tu tarea de criar y encaminar a tus hijos por la senda correcta. Drogadicción, robo, deserción escolar… ¿Por qué escogió ese comportamiento? ¿Eres culpable de su vida desventurada? ¿Mereces todo el sufrimiento que te hace experimentar?

Un sentir común

El Dr. Enrique Gelpí Merheb, psicólogo clínico especializado en niños y adolescentes, aclara que las frustraciones que puede experimentar un padre o una madre pueden surgir “por situaciones menos complejas como el que ‘mi hijo me falte al respeto, aun cuando no le he dado el ejemplo para hacerlo’, hasta que no desee estudiar en la universidad luego de escuela superior, o se involucre en problemas legales”. Claro, “siempre que sea consciente de que ha sido un buen ejemplo para su hijo y que ha optado por una crianza responsable”, aclara.

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Cuando se trata de problemas más graves, el doctor señala que “para un padre o una madre debe ser catastróficamente frustrante porque hay muchos padres que viven toda su vida pendientes de darles a sus hijos lo que ellos no tuvieron, y aplicar un método de crianza diferente, utilizando toda la información que tienen a la mano lo mejor posible para su rol de crianza, así que debe ser devastador para ellos”. Por eso es de esperar que, tras ese sentir de culpabilidad, se esconda “el sentimiento de que fracasó como padre”.

¿Factor genético?

El psicólogo analiza que “se habla mucho de la herencia, de la predisposición genética” en muchos de los casos como responsable de los problemas que manifieste el menor. Y de hecho, hay padres que “ven la herencia como una camisa de fuerza o un destino; por ejemplo, si en la familia hay problemas de alcoholismo o una tendencia a ser desafiante, creen que el hijo va a tener ese comportamiento”.

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Al respecto, Gelpí Merheb reitera que “la herencia no es una camisa de fuerza ni un destino. Sí puede aumentar el riesgo, pero no implica que, de manera automática, eso le va a ocurrir a tu hijo”.

Cuidado con complacer demasiado

Por otro lado, hoy día muchos padres muestran inclinación por complacer a los hijos en todo -o casi todo- lo que piden. ¿Qué relación puede guardar esta conducta con los problemas que manifieste el menor en su adultez?

El psicólogo advierte que la gratificación instantánea “no es efectiva porque cuando el padre o la madre tienen que ser más estrictos o estructurados, les resulta más difícil hacerlo”. Además, con este comportamiento “enseñamos a los hijos a que en el mundo nada va a pasar que los va a frustrar, que no tienen que pasar trabajo para lograr lo que quieren en la vida, y eso no es la realidad con la que se van a enfrentar”, enfatiza.

Ante esta dinámica, cuando el menor esté en alguna situación en la que no recibe lo que desea, posiblemente no se adapte con facilidad a ciertas situaciones, incluyendo en sus relaciones interpersonales. “Cuando llega a la adolescencia o a la adultez, en la que la toma de decisiones depende totalmente de él, puede sufrir trastornos de ansiedad o depresión por no saber manejar las frustraciones”, menciona a modo de ejemplo el doctor. Esto, a su vez, lo pone en riesgo de adicción a drogas o alcoholismo como una manera de canalizar sus frustraciones.

Varios responsables

“La mayoría de los padres, en su sano juicio, tratan de criar lo mejor que pueden con las herramientas que tienen a su alcance”, observa el doctor. “En ese caso, entiendo que la responsabilidad es mínima, y más si se trata de padres que se interesan por buscar ayuda profesional, terapéutica, para manejar la situación de dificultad”. Y confiesa que “eso lo veo todos los días en mi oficina, padres tratando de darles el mejor ambiente a sus hijos”.

El psicólogo añade que “los padres deben entender que hay varios factores que van a intervenir en el que un hijo, al final del camino, termine con problemas a pesar de que sus padres trabajaron para que no sucediera”. Porque puede pasar que, “por más que trate de ser un ejemplo positivo para mi hijo, él tome otras decisiones negativas”, reitera.

El doctor aclara que, “al final del camino, es responsabilidad compartida: posiblemente el ambiente social tenga parte de esa culpa; el hecho de que el hijo, desde adolescente, toma sus propias decisiones; y el método de crianza del padre”.

Si son padres divorciados

Cuando se trata de hijos cuyos padres están separados y han atravesado por un divorcio, hay quienes manifiestan preocupación de que tenga serias repercusiones psicológicas. “Mucha gente piensa que si los padres se divorcian, eso va a ser traumático para el hijo y se van a perjudicar. Eso es un mito ”, responde enfático el doctor. “Lo que complica la situación no es el divorcio, sino cómo se maneja por los adultos, que incluye a los padres, tíos y abuelos”, entre otros. Por supuesto, “si son divorcios contenciosos, de discordia, puede ser un factor de riesgo”. Sin embargo, “si la separación se da en un entorno saludable, el efecto no tiene que ser tan negativo como la gente automáticamente le adjudica a la palabra divorcio”, reitera el psicólogo. Además, “ya sea bajo el mismo techo o en casas separadas, las inconsistencias en la crianza pueden ser otro factor de riesgo y contribuir a que se complique” el panorama. Por eso “todo depende de cómo los padres manejen el divorcio o la separación”.

Para concluir, el doctor invita a reflexionar que “los padres van a seguir siendo padres aunque su hijo opte por otro camino. Vamos a estar ahí para apoyarlo y guiarlo, pero al final eso tiene un límite”. El psicólogo aclara que “no es darle la espalda, pero como padres, aprender que, lamentablemente, en algunos momentos sus hijos tienen que sufrir las consecuencias naturales de sus propias decisiones”.

Fuente: primerahora.com

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