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La familia disfuncional

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Ligia Valenzuela
Terapeuta familiar y de pareja
Santo Domingo

Una de las preocupaciones más frecuentes de las parejas jóvenes que inician su relación matrimonial cuando van a nuestra consulta es que “no desean tener una familia disfuncional”. Al indagar un poco acerca del origen de esta angustia, suelen comentarnos que él o ella, vienen de un hogar disfuncional. Al igual que pasa con las entidades psiquiátricas como la depresión y los estados bipolares, la disfuncionalidad en la relación familiar, es una posibilidad real, pues ella puede quedar atrapada en algunas de sus etapas de desarrollo o sucumbir ante las muchas demandas y necesidades a las que tiene que encontrarle salida.

Los conflictos y los problemas en la pareja y dentro de la familia son inevitables. Unos, tienen solución y otros pueden hacerlo colapsar o desarrollar una relación disfuncional, porque no encuentran el modo de afrontarlos, quedándose atrapados repitiendo las mismas respuestas ineficaces una y otra vez con el mismo resultado negativo. No hay un cambio de perspectiva, por tanto, no modifican la forma de relacionarse y como pareja no son capaces de enfocar ni de enfrentar sus conflictos maritales, pasándolos a la familia.

El sistema familiar, como la unidad social más pequeña, asume una forma de relacionarse muy particular que llega a gobernar la vida de sus integrantes, aportando un recurso de apoyo emocional muy importante para satisfacer las necesidades de pertenencia y afecto tan necesarios para una vida sana. Cada uno de sus miembros, evoluciona y se desarrolla a través de diferentes etapas o ciclo vital, produciéndose cambios, crisis y reorganizaciones en el tipo de tareas a los que el grupo familiar tendrá que adaptarse y donde serán imprescindibles el cumplimiento y el respeto de normas, reglas, límites y jerarquía para que la relación sea funcional o disfuncional.

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El Dr. Minuchín (1984), creador de los principios de la Terapia Familiar Estructural, afirma que “la funcionalidad o disfuncionalidad de la familia no depende de la ausencia de problemas dentro de esta, sino por el contrario, de la respuesta que se muestra frente a los problemas; de la manera como se adapta a las circunstancias cambiantes, de modo que se mantenga una continuidad y se fomente el crecimiento de cada miembro”.

En este sentido, la funcionalidad familiar está directamente relacionada con la capacidad del sistema para enfrentar y superar cada una de las circunstancias que tengan que enfrentar sin que los hijos presenten trastornos graves de conducta y que la pareja logre mantenerse unida sin luchas constantes. En estas familias, los roles de cada miembro están establecidos y son cumplidos con el propósito de alcanzar un mayor bienestar.

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La disfuncionalidad por su parte, hace referencia que dentro del sistema familiar existe una incapacidad para reconocer y satisfacer las necesidades emocionales básicas de cada uno de sus miembros. La familia se hace disfuncional cuando no se respeta la distancia generacional, además, se invierte la jerarquía, es decir, los padres le temen a los hijos o estos simplemente no los respetan. Se altera la estructura familiar y la interacción entre los miembros es deficiente, así como su capacidad para resolver los conflictos.

En una familia disfuncional no se respeta la individualidad de sus integrantes, los hijos no se sienten respetados, los padres se creen perfectos y piensan que sus hijos son culpables de todo lo malo que sucede en el hogar. No existe comunicación dentro del sistema, no son honestos con ellos mismos ni con el resto, de tal manera, que cada miembro vela por sus propios intereses. Los límites y las reglas en estas familias son rígidos y la lucha de poder es muy marcada entre todos los miembros del sistema familiar.

 

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