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¿Premiar con regalos, dinero y comida?

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¿Cómo se premia a los niños y niñas? ¿Qué consecuencias podrían tener las recompensas inadecuadas? ¿Cómo se expresa el amor en una familia? En realidad, se trata de un tema muy complejo  que, en la mayor parte de las unidades familiares, NO causa problemas: el problema viene cuando se merma la capacidad de trabajar sin gratificación inmediata, cuando puede afectar a la autoestima y a las relaciones afectivas entre quienes componen la familia o, cuando a la larga, podría dar lugar, incluso, a comportamientos destructivos.

  • Premiar con regalos o dinero.

A veces, lógicamente, ante grandes logros, podemos hacerles un regalo… lo importante en realidad es que sea proporcional y no consista en perseguir “zanahorias materiales” (bicicletas y ordenadores, en mi entorno) por defecto: si la motivación para sacar buenas notas es una bicicleta, o si la motivación para aprobar el acceso a una Universidad es dinero, ¿dónde queda la motivación intrínseca y el propio premio que constituye el hecho de lograr objetivos difíciles?

Más tarde, a lo largo de su vida adulta, no siempre tendrá recompensas materiales a la vista: esto dificulta mucho el emprendimiento de proyectos con una gratificación a largo o muy largo plazo, como puede ser una FP, una carrera universitaria o comenzar una carrera profesional desde abajo. Si bien es cierto que en cuestiones laborales, como es obvio, el incentivo sería el salario, muy a menudo, al principio de la vida profesional el sueldo puede llegar a ser calificado de “mísero” y, en consecuencia, la motivación extrínseca al principio será insuficiente. No nos parece bien ni normal pagar mal a los y las jóvenes, pero así es la vida: dadas las circunstancias, ligar la autoestima a acumular lujos materiales es más desesperante que otra cosa.

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¿Qué pasa cuando las cosas salen mal y, encima de salir mal y no conseguir su objetivo (por ejemplo, sacar un 10), tampoco ha conseguido su regalo? Una doble pérdida: mal asunto. Sobreviene la frustración y los sentimientos de fracaso. No siempre las cosas salen como las familias quieren, o como los propios niños y niñas quisieran: a veces los exámenes salen mal por mucho que nos esforzamos, y una vez, y otra vez, y otra más, perdiendo “premios” a la vista y perdiendo un autoconcepto sano referido a habilidades intelectuales, ¿qué hacen? Convertir a esa persona en una persona con una autoestima bajísima y una autoimagen completamente deformada en lo referido a su valía y habilidades. Sabes bien que las notas del colegio o el salario de su primer año de trabajo NO definen a tu hija o hijo: si se entera él o ella, también, mejor ;)

¿Quieres regalarle un ordenador porque estás muy contenta de las notas de tu hijo en su primer año de carrera? Perfecto, pero la diana no es “sacar buenas notas para…”: sencillamente, es un regalo que le das porque quieres _(y no le avisas 3 meses antes…porque entonces no es regalar, es premio)

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Desde luego, los regalos y el dinero no solucionan los conflictos familiares: de hecho, los agravarán seriamente. Si el dinero y los regalos han sustituido durante muchos años los cuidados emocionales, el apego y el contacto físico, las palabras de ánimo, el escuchar a las hijas e hijos, sentirá intuitivamente que sus necesidades emocionales y afectivas no están siendo cubiertas por su familia: más tarde o temprano, podría darse cuenta de con qué se está sustituyendo el “cariño gratuito” y, entonces, sí empezarán los problemas, la soledad, la desconfianza y la distancia.

 Premiar con comida

Esta práctica, ciertamente, sí se hace con mucho amor de por medio (rarísima vez se hace para sustituir el contacto físico y emocional o para quitarte al niño de en medio): de hecho, en nuestra sociedad, asociamos cocinar con el amor, y realmente el cuidado de la familia es amor… pero parece que, en ocasiones especiales, esa expresión de preocupación mutua y cuidados va mucho más allá de procurar el bienestar físico y la salud de nuestra pareja o descendencia.

Premiar con alimentos altamente palatables (normalmente, harina, azúcar y grasa) es una puerta de paso, nos guste o no, a una persona adulta que come emocionalmente para calmar su ansiedad, a relaciones poco sanas con la comida o, incluso, a otro tipo de adicciones que podrían calificarse de análogas: el hecho de encontrar confort en la comida cuando vengan los malos tiempos, asociándolo con la felicidad que sentía cuando su familia se enorguecía de él y le daba bollos rellenos de chocolate, no parece buena idea, ¿verdad? Obligar a niños y niñas a terminarse todo lo que hay en plato so pena de castigo o riña, tampoco es conveniente: altera, fisiológicamente, sus mecanismos de saciedad y, emocionalmente, resulta desorientador en la vida adulta. Además, no se suele premiar con alimentos saludables.

Además, este tipo de alimentos saben demasiado bien, lo cual puede provocar rechazo a la comida saludable que sí debe ocupar la mesa a diario.

Los alimentos de consumo ocasional deberían ser algo naturalizado como tal y no algo extraordinario asociado a experiencias y sentimientos extraordinarios: se consumen ocasionalmente, saben bien y no componen más del 5% de la alimentación.

El otro extremo, prohibir totalmente, daría lugar a algo parecido en la adolescencia y edad adulta, en muchos casos: la rebelión. El punto medio es la virtud: dar ejemplo y tomarse las cosas de forma natural, sin exagerar y haciendo que lo ocasional sea ocasional y sin mayor motivo de celebración de por medio.

 ¿Cómo premiar?

El amor se expresa… expresándolo :D

  • Las tartas no son amor, la bici no es amor y el dinero no es amor: las tartas son tartas, las bicicletas son bicicletas (de hecho, sí que es una buena inversión en salud, más que un regalo), y el dinero es dinero.
  • El amor es escuchar, abrazar, respetar y cuidar de las necesidades de una personita pequeña. Eso no da lugar a adultos y adultas malcriadas y “mimadas”, con ese tono despectivo tan horrible (¿habrá algo mejor que los mimos, acaso?), sino a personas sanas, con una autoestima alta, asertividad, motivación intrínseca y valores morales firmes. Mimar y respetar no es “consentirlo todo”, aunque quieran hacernos creer eso: hay límites, cariño y, por parte del peque, autodisciplina y autonomía.

Halagos y mimos (contacto físico), un paseo, jugar juntos, una tarde con sus amigos/as, hacer una sesión de cine en casa con compis, o ir toda la familia a ver una película son excelentes ideas.

 

Fuente: escuela20.com

 

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