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Pautas para crear un rincón de las emociones en tu aula

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El rincón de las emociones es un espacio en el aula en el que el niño puede vivir sus emociones sin reprimirlas y sin interrumpir la dinámica de la clase. Les damos las pautas necesarias para que se animen a crearlo en su aula y disfrutar de los resultados.

El cerebro da prioridad a la emoción y no puede focalizar su atención en otro asunto hasta haber resuelto ese tema. Así, por mucho que se esfuerce, el alumno tendrá serias dificultades para concentrarse llegando incluso a sentirse culpable y frustrado.

Pero la realidad es que no puede luchar contra su organismo. De ahí la importancia de crear un espacio en el que pueda atender esta urgencia. Un espacio para atravesar su emoción sin reprimirla. Un espacio en el que recuperar la tranquilidad. Un espacio en el que volver a estar disponible mientras los compañeros continúan con sus tareas sin interrupciones.

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Crea tu propio rincón de las emociones

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Para niños a partir de 6 años: no confundir con el “rincón de pensar”, pues se trata de sentir.

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Búsqueda de un lugar íntimo. Elige un lugar apartado e íntimo en tu aula.

Crea conciencia de respeto. Éste es un lugar sagrado donde nadie debe ser molestado. Cualquier burla o interrupción puede estropear el proceso.

Diseña y construye una casita. Hazlo con la ayuda de tus alumnos. De madera, de cartón o de tela. También puedes delimitar una esquina con un mueble. Lo más importante es que el niño no se sienta observado.

Introduce un cojín. Para abrazar, golpear o acurrucarse. La forma de expresión de los niños puede provocar rechazo en muchos adultos, pero debemos respetarlas como son y cambiar nosotros nuestra manera de verlas en vez de intentar cambiarlos a ellos. Al ir creciendo se regula sólo si pudieron ser expresadas. Lo ideal sería que estuvieran acompañados por una persona cualificada en emociones, pero al menos este lugar supone un primer paso para no reprimir.

Pautas para actuar

Entramos cuando nos sentimos inquietos, sin paz ; salimos cuando recuperamos la calma. Puedes ayudar al niño si lo notas alterado y él no identifica qué le pasa reflejándole gestos y comportamientos: “te noto agitado”, “tu cara ha cambiado”, “pareces triste…” A muchos niños les cuesta identificar porque ya están desconectados de sus emociones, con lo cual ármate de paciencia e insiste en reflejar con cariño. El ejemplo de otros compañeros más conectados puede servirles de gran ayuda.

Identificación de la emoción: antes de entrar, el niño ha de identificar la emoción y situarla en su cuerpo: dónde la siente en su cuerpo y cómo la siente. Por ejemplo; si siente un dolor en el pecho, o un calor en el estómago… ¿Qué es ese dolor?, ¿Estoy triste?…

Observación de la emoción: sensaciones físicas y pensamientos, de qué tengo ganas en estos momentos: gritar, llorar, abrazar…

Identificación del conflicto: Ponemos palabras a todas esas sensaciones y pensamientos: “Estoy enfadado porque mi mamá olvidó meter mi bocadillo en la mochila…”

Expresión y búsqueda de soluciones: comparto con el profesor o con el grupo.

Busco mi parte de responsabilidad en el problema: ¿Qué puedo hacer yo para calmar mi enfado?

Expreso: “Por favor mamá, no olvides meterme hoy el bocadillo, pues ayer me puse muy triste y enfadado, cuando lo olvidaste”, por ejemplo.

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