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Qué hacer ante las malas contestaciones de nuestros hijos

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Hay niños más y menos rebeldes: los hay que desde la primera infancia son respondones y ya quieren imponer su criterio y otros que son más conformistas o pacíficos.

Sin embargo, a medida que crecen, nuestros hijos tienen más argumentos a la hora de discutir, intentan negociar, imponer sus ideas o ganar esas pequeñas batallas del día a día. Es entonces cuando miramos al cielo y suspiramos: “ya está aquí, es la preadolescencia”. Pero, qué debemos hacer si para imponer su criterio nos hablan de forma despectiva, si incluso nos insultan o se pasan de la raya, ¿cómo actuar ante las malas contestaciones de nuestros hijos?

Las malas contestaciones de nuestros hijos… ¿cómo actuar?

Aunque para nosotros sea una especie de castigo que nuestro pequeño angelito esté intentando buscar pelea constantemente, imponer su criterio a toda costa y cada vez que le reñimos, rebate cada una de las cosas que le decimos, hemos de aceptar que, en el fondo está desarrollando su personalidad y ganando habilidades de negociación, en definitiva, está creciendo y hemos de considerar que ya tienen su propia opinión.

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Sin embargo, en esta fase lo que no podemos ni debemos aceptar son las malas contestaciones de nuestros hijos, para todo hay un límite. ¿Cómo frenarles si en esa fase nos hablan mal?

– No responder con malas contestaciones: ponernos a su nivel y utilizar los malos modos sólo creará un bucle y una tensión que irá en aumento. Es verdad que es fácil decirlo pero no hacerlo, sin embargo, es esencial que no hagamos lo que precisamente estamos intentando evitar en ellos. Se trata de educarles de forma coherente y, con el ejemplo.

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– Ser tajante: que no demos malas contestaciones no significa que las tengamos que permitir en nuestros hijos. Sin gritar, sin insultar y sin violencia verbal, hemos de ser firmes y claros, no vamos a permitirles que nos hablen de esa manera y, mientras lo hagan, no mantendremos una conversación con ellos.

– ¿Qué hay detrás de la mala contestación? Tenemos que intentar averiguar qué le pasa, no achacarlo todo a la preadolescencia y saber qué le molesta, por qué está enfadado con nosotros y si hay algo que podamos mejorar para que no se sienta tan rabioso.

– No critiques el ser, critica el estar: significa que, en un momento de conflicto evites el “eres un contestón”, “eres malo”, “eres un desastre”, en lugar de ponerle etiquetas que, acabará asumiendo con el paso del tiempo, debemos cuestionar lo que hizo, ese momento en que se equivocó.

– No reír la gracia al niño: cuando las malas contestaciones se dan en niños muy pequeños, a veces nos hace gracia, y nos reímos cuando se ponen respondones, sin embargo, desde las primeras manifestaciones, debemos hacerles saber que no es forma de hablar y que, sólo le haremos caso cuando nos hable correctamente.

– No permitir el insulto: en ocasiones no ponemos unas normas claras y ponemos tantas que a los niños les resulta confuso. Es preferible poner pocas normas pero muy claras y una de ellas puede de ser: “no se pega y no se insulta”. Cuando estén tranquilos les explicaremos la importancia de la tolerancia y el respeto en el trato a los demás y, que se puede defender una idea o un criterio, sin necesidad de dar malas contestaciones o insultar.

– Consecuencia ante las malas contestaciones: si los niños llegan a insultarnos o dar una contestación hiriente y dolorosa, les podemos mandar tiempo fuera, en lugar de ponernos a gritar y discutir. Les apartaremos de la situación sin implicarnos en la batalla para que se de cuenta que ha herido nuestros sentimientos y que no queremos estar con él si se comporta así.

Fuente: guiainfantil.com

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