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El profesor, en el eje de cualquier reforma educativa

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Aunque sea un triste consuelo, los males que aquejan al sistema educativo no son exclusivamente españoles. Traspasan las fronteras y repiten defectos en distintos países. Así se refleja en la entrevista que publicamos hoy con el profesor y ensayista italiano Massimo Recalcati, experto en el análisis de los cambios que la hipermodernidad imprime en los ciudadanos. En su última obra estudia el papel de la educación en una sociedad que cuestiona hasta el propio concepto de autoridad.

El diagnóstico es revelador e incide en el problema más apremiante que debe solucionar el mundo educativo en la actualidad: el papel del profesor en las aulas, aunque parezca un sinsentido tener que plantearlo así. “Es un cambio inaudito: los padres, en lugar de apoyar el trabajo de los profesores se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos”, dice Recalcati. En España acabamos de vivir la triste experiencia de la convocatoria de una huelga de deberes, por la que los padres agrupados en Ceapa, una de las grandes asociaciones de padres, animaban a sus hijos a no obedecer a los maestros que les ponían tareas para casa. La protesta no fue más allá, pero ha dejado bien clara la indefensión de los profesores ante las familias y, por tanto, la pérdida de respeto que sufren por parte de los alumnos: “El maestro está cada vez más solo y humillado”, afirma el profesor italiano.

Con un profesorado despreciado, mal remunerado y desprestigiado por los propios padres de los alumnos es imposible que funcione cualquier modelo de enseñanza. Ahora que parece que los partidos políticos se plantean poner en marcha ese ansiado Pacto por la Educación -veremos de todas formas hasta dónde llegan estas intenciones iniciales- es imprescindible una redefinición del papel del maestro en la enseñanza obligatoria, tal y como piden también los principales expertos españoles en la materia.

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En primer lugar, es imprescindible reevaluar el acceso a la profesión. En este sentido, nos parecen acertadas las propuestas presentadas por el filósofo y catedrático de instituto José Antonio Marina en el libro blanco solicitado por el Ministerio de Educación. Marina sugiere, por ejemplo, la implantación de un examen nacional tras finalizar los estudios universitarios, similar al MIR de los médicos, que una vez superado dé acceso a los centros específicos de formación del profesorado. También propone un sistema de evaluación periódica de los profesores que debe contar con la opinión de los alumnos y que la retribución se realice en función de los resultados de esa evaluación. El libro blanco recoge otro aspecto fundamental, que es la necesidad de otorgar a los centros de una autonomía curricular y organizativa, de forma que, por una parte, los directores puedan escoger a su equipo de formadores y, por otra, se establezca una competencia entre colegios.

Pero todo ello no valdrá de nada si no se consigue una implicación real de las familias en el proceso educativo de sus hijos. En este sentido, habrá que dotar a los profesores de una cierta autoridad legal ante los padres y los propios alumnos, tal y como hizo hace unos años la Comunidad de Madrid. Porque no puede ser que, como se queja Recalcati, cuando un profesor suspenda a un esdiante o inicie un procedimiento disciplinario “las familias lo miren con sospecha”. Claro que esto no se consigue con un mero cambio legislativo, por muy consensuado que esté por todo el espectro político. Es necesario todo un proceso de concienciación de la sociedad que queremos en el futuro. “Un país que no piensa a largo plazo no invierte en sus profesores”, sentencia con toda la razón el ensayista italiano.

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Fuente: elmundo.es

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